Este miércoles 20 de septiembre, el recientemente elegido presidente de Colombia, Gustavo Pero, pronunció un discurso ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas en un tono que hacía tiempo no se escuchaba, al menos no de parte de un mandatario de América Latina.
Contrario a lo que había ocurrido en los últimos años, en que los problemas de la región se habían desdibujado o parecían menores frente a otros asuntos de la agenda internacional (impuestos por los poderes e intereses dominantes), Petro volvió a señalar con todas sus letras por lo menos dos situaciones especialmente apremiantes y características del continente cuyos efectos se han revelado especialmente nocivos en prácticamente todos los ámbitos de la realidad cotidiana: lo social, lo político, lo familiar, lo ambiental y otros.
Por un lado, la explotación sistemática que se ha hecho sobre los recursos naturales del continente, de manera cada vez más intensa y desmesurada en las últimas décadas y la cual amenaza no sólo los ecosistemas de la región –que concentra la mayor parte de la biodiversidad del planeta– sino que además, en sus consecuencias nefastas, ha contribuido a agudizar fenómenos sociales como la corrupción, el crimen organizado, la impunidad y otros afines. Petro sintetizó esta problemática diciendo, sin ningún asomo de duda, que Colombia es uno de los “países más bellos de la Tierra”, pero tristemente, ésta es una “belleza ensangrentada”:
Vengo de uno de los tres países más bellos de la Tierra. Allí hay una explosión de vida. Miles de especies multicolores en los mares, en los cielos, en las tierras. Vengo de la tierra de las mariposas amarillas y de la magia. Allí en las montañas y valles de todos los verdes, no solo bajan las aguas abundantes, bajan también los torrentes de la sangre. Vengo de un país de belleza ensangrentada.
Y más adelante:
Para ustedes mi país no les interesa sino para arrojarle veneno a sus selvas, llevarse a sus hombres a la cárcel y arrojar a sus mujeres a la exclusión.
El segundo fenómeno que Petro denunció ante la ONU fue la llamada “guerra contra las drogas”, una estrategia impulsada preponderante e ininterrumpidamente por los gobiernos de los Estados Unidos al menos desde la década de 1970, con lo cual, so pretexto de combatir el tráfico de sustancias ilegales en América Latina e impedir la llegada de éstas a su país, han generado un ambiente sostenido de violencia, empobrecimiento y corrupción en países como Colombia y México durante casi cinco décadas, agravado en especial en los últimos treinta años.
Frente a esta situación, Petro fue también contundente y preciso en su mensaje, pues llamó a declarar por fin el fracaso de esa supuesta guerra, oponiendo a cambio un cambio no sólo de política o de actitud, sino incluso de mentalidad:
Yo les demando desde aquí, desde mi Latinoamérica herida, acabar con la irracional guerra contra las drogas. Disminuir el consumo de drogas no necesita de guerras, necesita que todos construyamos una mejor sociedad: una sociedad más solidaria, más afectuosa, donde la intensidad de la vida salve de las adicciones y de las nuevas esclavitudes. ¿Quieren menos drogas? Piensen en menos ganancias y en más amores. Piensen en un ejercicio racional del poder.
En términos globales, Petro se refirió al problema de la guerra, pero de manera un tanto más conceptual, en la medida en que ésta continúa siendo para la humanidad el gran pretexto para evitar convivir en paz, conciliar las diferencias y vivir bajo acuerdos formulados conjuntamente:
Descubrieron en el siglo XXI la peor de sus adicciones: la adicción al dinero y al petróleo. Las guerras les han servido de excusa para no actuar contra la crisis climática. Las guerras les han mostrado cuan dependientes son de lo que acabara con la especie humana.
(Nota original de pijamaSURF.com).