Muchas personas piensan que Jesús -el hombre- vendrá a salvarlos, y ahí están poniendo su fe y esperanza, pero para los que hemos comprendido la verdad acerca de Jesús y sus enseñanzas, sabemos que el Maestro no vendrá a salvarlos; que lo que los salvará es el seguir sus enseñanzas, sobre todo el practicarlas en el diario vivir porque mientras sigan aceptando falsas creencias, no podrán ser libres como él dijo: “Conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. (Juan 8:32).
Libres precisamente de falsas creencias, limitaciones y sugestiones. Jesús no vino a fundar una nueva religión sobre él mismo como nos han hecho saber y creer. Él dijo: “No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para cumplir”. (Mateo 5:17).
Él lo probó o cumplió primeramente en su persona y entonces salió a compartir su descubrimiento diciendo que todos podíamos hacer lo que él había logrado, porque todos tenemos el mismo poder que él usó. Porque Todos éramos hijos del mismo Padre y que “Es el placer del Padre, daros el Reino”.
Su enseñanza es simple y práctica. Él no formuló ningún credo, tampoco doctrina, ni ordenó prácticas ceremoniales o ritos. Tampoco enseño teología ni ordenó cierto tipo de vestimentas “especiales”. Él estaba en contra de todo eso. Por el contrario, ordenó muy enfáticamente a sus discípulos: “Mas vosotros no queráis ser llamados Rabí: porque uno es vuestro Maestro, el Cristo; y todos vosotros sois hermanos”.