Ante la emergencia de los sismos del pasado septiembre, la Dirección General de Publicaciones (DGP) de la Secretaría de Cultura impulsó un dispensario de libros que tuvo por objetivo acopiar materiales donados por la sociedad civil, los cuales pudieron ser solicitados por asociaciones civiles, promotores de lectura, animadores y mediadores de lectura, y hacerlos llegar a niños y jóvenes.
Durante las semanas en que IBBY México, la librería Morgana y el Museo Nacional de Culturas Populares fungieron como centros de acopio, se recibieron casi 8 mil 600 mil libros, que fueron entregados a diversos albergues y zonas afectadas en la Ciudad de México, Puebla, Morelos, Tlaxcala, Oaxaca y Chiapas.
Marina Núñez Bespalova, titular de la DGP, indicó que en esta iniciativa el libro fue un pretexto con el que se ofreció atención y cobijo. “Dispensario es como la metáfora de medicina, si te lastimaste aquí está algo para que no lo recientas tanto”.
Expuso que el libro puede servir de consuelo y ser un refugio que, a diferencia de los víveres de primera necesidad, funciona de manera profunda, espiritual y en un tiempo mucho más largo.
Apuntó que el dispensario fue una herramienta para promotores, mediadores y todo aquel ciudadano que estuviera haciendo trabajo en las comunidades afectadas.
“Terminamos de entregar los fondos que se fueron a todos los estados de la República. Se enviaron libros a la sierra de Oaxaca, a la ruta de los Conventos que tan afectada está en Morelos, a Puebla desde los primeros días después del terremoto se enviaron materiales.
“Los libros han ido de la mano de los promotores que llegaban al dispensario con su mochila, la llenaban de libros, te decían a donde iban y los trabajaban, acciones de lo que tenemos constancia”.
La doctora en Filología Hispánica por la Universidad Complutense de Madrid, compartió que del trabajo realizado por los mediadores con los niños y jóvenes se obtuvieron experiencias, lo que derivó en la iniciativa Metáforas para la reconstrucción, que consistió en once talleres de capacitación para la intervención cultural en comunidades en proceso de reconstrucción.
Los talleres dotaron a más de 200 participantes de habilidades y estrategias para atender a personas en contexto de crisis, con la entrega de un acervo que permite el diálogo, la reflexión y la narración de la historia personal, con elementos para la resiliencia comunitaria.
“Trabajar en este tipo de comunidades no es fácil, son comunidades en crisis donde a partir de cualquier tema que salga o cualquier actividad cultural que se realice hacen brotan emociones y sensaciones que un mediador no puede controlar porque no es parte de su función”.
Explicó que Metáforas para la reconstrucción se realizó con el apoyo de especialistas clínicos que han trabajado con poblaciones afectadas en otros países, así como con la Unesco que también tiene un protocolo muy establecido para intervenciones culturales.
“Básicamente estamos saliendo a los estados. Empezamos a trabajar en Oaxaca, hemos ido a algunas regiones de Morelos, iremos a Puebla, no hemos ido a todas las regiones que quisiéramos.
“En Ciudad de México estamos trabajando con otras instituciones, con el Fondo de Cultura Económica, a veces nos sumamos a esfuerzos de escritores, ilustradores que nos piden apoyo cuando van a trabajar a albergues, escuelas, por lo que los apoyamos con libros y talleristas o incluso hasta con el asunto de la movilidad”, explicó la directora de la DGP.
Marina Núñez anunció que para 2018 se tiene planeado crear un protocolo de actuación para situaciones de emergencia, con la asesoría del Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) y la Unesco.
“Nuestra actuación después de los sismos aún no termina, más bien tardará un rato en desarrollarse, todavía hay que trabajar, seguimos viendo consecuencias, sobre todo las crisis en niños”.
Cabe mencionar que en la reciente edición de la Feria Internacional del Libro Infantil y juvenil (FILIJ), se realizó un programa especial dedicada a la experiencia generada por los sismos, integrada por talleres para padres, profesores, y niños y un acervo de libros.
“Lo que primamos en todo esto fue la conversación, más que hablar nosotros lo que se buscó fue escuchar al otro y a partir de lo que escuchamos ponernos a trabajar, esa es la base de todo lo que hemos estado haciendo”, puntualizó Marina Núñez Bespalova.