La calidad del aire en Puebla ha sido una preocupación constante, y en las últimas semanas, esta situación se ha agravado debido a factores tanto naturales como humanos. Francisco Javier Sánchez Ruiz, investigador de la Facultad de Ingeniería Ambiental y Desarrollo Sustentable de la UPAEP, manifestó que la interacción entre el cambio climático, la actividad volcánica y el transporte urbano ha resultado en altos niveles de contaminación, especialmente en partículas finas PM2.5 y PM10.
Estos contaminantes afectan directamente la salud de la población, causando desde irritación respiratoria hasta enfermedades crónico-degenerativas, señaló el académico.
Sánchez Ruiz explica que recientemente Puebla ha experimentado variaciones climáticas significativas, en parte debido a la transición de fenómenos como La Niña y El Niño. Esto ha afectado las temperaturas y, de forma particular, ha influido en la actividad volcánica. Anteriormente, las lloviznas esporádicas ayudaban a mitigar la concentración de material particulado en el aire, sin embargo, en los últimos días estas lluvias han sido menos frecuentes, lo que ha permitido que la ceniza volcánica y otros contaminantes permanezcan en la atmósfera.
Además, el cambio climático ha alterado las corrientes oceánicas y el comportamiento de las placas tectónicas, incrementando la actividad volcánica y, a su vez, la cantidad de gases y partículas en el aire. Según Francisco Javier Sánchez, «hemos visto que el cambio climático ha influido directamente en el comportamiento del subsuelo, afectando las temperaturas y el equilibrio térmico, lo que puede desencadenar cambios importantes en los niveles de contaminación».
Con las fluctuaciones de temperatura, ciertos gases como el dióxido de carbono y los óxidos de azufre y nitrógeno se volatilizan más lentamente, lo cual impide su dispersión. Esto da lugar a una capa de contaminantes que queda suspendida a baja altura, causando una mala calidad del aire. Además, la falta de corrientes de viento fuertes ha contribuido al estancamiento de partículas en el ambiente, empeorando la situación, expresó el investigador.
Sánchez Ruiz también menciona que «si en los próximos días no se presentan lluvias o cambios en las temperaturas, probablemente continuaremos viendo cielos nublados, pero no por nubes de tormenta, sino debido a la capa de ceniza y material particulado acumulado».
Asimismo, el transporte público y el parque vehicular en general son fuentes significativas de emisiones contaminantes en Puebla. En un análisis reciente, solo el 40% de los vehículos en el estado han pasado por el proceso de verificación, una medida que, si bien ha mejorado la calidad del aire en un 5% a 10%, sigue siendo insuficiente. Agregó, “la mayor fuente de contaminación móvil en la ciudad es el transporte público. Si este sector no cumple con las normas de verificación, la calidad del aire no mostrará mejoras significativas”.
El investigador también enfatiza la importancia de mejorar las vialidades. Las condiciones deficientes de las calles incrementan las emisiones, ya que los vehículos necesitan mayor tiempo de combustión para transitar por estas áreas, liberando más contaminantes. “Si el 60% de los vehículos no han sido verificados y nuestras vialidades son inadecuadas, el efecto en la calidad del aire es como si ningún auto estuviera verificado”, subraya Sánchez Ruiz.
Ante la situación actual, el académico de la Facultad de Ingeniería Ambiental y Desarrollo Sustentable de la UPAEP sugiere a los ciudadanos tomar precauciones adicionales para proteger su salud. Recomienda limitar las actividades al aire libre, especialmente durante la noche y las primeras horas de la mañana, ya que en estos momentos el material particulado tiende a precipitarse con mayor facilidad debido a las bajas temperaturas. También aconseja el uso de cubrebocas para reducir la exposición a partículas nocivas.
En conclusión, la calidad del aire en Puebla es un reflejo de la compleja interacción entre fenómenos naturales y la actividad humana. Enfrentar este problema requiere un esfuerzo conjunto, tanto en la implementación de políticas de regulación y mejora urbana, como en la responsabilidad individual de reducir las emisiones contaminantes.