Este miércoles, antes de iniciar su partido contra Japón, la selección de fútbol de Alemania posó por un instante para las cámaras con la mano en la boca, en un gesto de protesta ante la amenaza de la FIFA de sancionar al equipo en caso de que portara el brazalete “OneLove”, alusivo al orgullo LGBTQ+.
Como es sabido, la homosexualidad y otro tipo de orientaciones sexuales distintas a la heterosexualidad están prohibidas legalmente en Qatar, país donde se celebra la Copa Mundial de la FIFA, e incluso las manifestaciones de apoyo son motivo de algún tipo de sanción.
El uso del ahora polémico brazalete comenzó a iniciativa de la Asociación Holandesa de Fútbol, que inició en 2010 la campaña OneLove entre los equipos de su liga para promover “el apoyo a la unión de todas las personas”, así como para condenar al mismo tiempo todas las formas de discriminación.
La idea fue tan bien recibida, que en los años siguiente el uso del brazalete se extendió a otras ligas, equipos nacionales y torneos de la UEFA, la asociación que organiza el fútbol profesional en Europa. En 2022, nueve equipos nacionales europeos anunciaron que portarían el brazalete OneLove durante su participación en el Mundial de Qatar.
Sin embargo, la realidad ha sido otra. Ya desde los primeros días de este torneo han surgido los conflictos que necesariamente se presentarían por al menos dos circunstancias.
La primera, la evidente disparidad de formas de vida, prácticas, ideas e incluso cosmovisiones que existe y ha existido históricamente entre Occidente y el Otro, representado en esta ocasión por el mundo árabe y específicamente por la sociedad qatarí. Por otro lado, sin que ni una ni otra parte tengan una disposición marcada por comprender o al menos dar un lugar a esa diferencia. Europa se caracteriza por buscar imponer sus formas y el Otro históricamente ha respondido con resistencia a esos intentos de imposición.
La segunda circunstancia a tener en cuenta es el conflicto de intereses entre la FIFA y los inversores locales de este torneo. Entre los miles de millones de dólares que implican la celebración del Mundial o permitir el uso de un brazalete que apoya a la comunidad LGBTQ+, la elección de la FIFA no parece muy enigmática.
(Nota original de pijamaSURF.com).